Encontré la belleza de Belice al caminar descalza en sus playas. En Cayo Caulker, una preciosa y pequeña isla en el Caribe, es común ver a los viajeros caminando sin zapatos, disfrutando cada granito de arena rozando la planta de sus pies. Los que han estado más tiempo en la isla, caminan con zapatos para ir a trabajar, pero una vez que su día laboral termina, dicen que uno de sus mayores placeres es caminar despojados de calzado.
Estuve pocos días, y decidí perderme por unas horas explorando las calles de Cayo Caulker. Platiqué con gente de la isla que encontré en mi camino. Pescadores, amas de casa y estudiantes. Diálogos quebrados entre el inglés y el español. La tierra del “spanglish”. Todos ellos con historias de vida relacionadas con migración. Algunos a la capital del país, la ciudad de Belice, o a otros destinos como México o Guatemala. Sin embargo, todos ellos con añoranza de regresar a aquella, su isla descalza.
Experimenté la frescura de Belice por medio de su gente. Rostros sonrientes, curiosos para platicar con el viajero. Miradas suaves. Quizás no hay pueblo tan amable como el de dicha isla. El pueblo que hace que uno se sienta en casa. El mismo pueblo que porta con orgullo la cultura criolla mestiza, garífuna y maya.
(Andrea Arzaba, 2015).
Hola!!!! Que gusto saber de ti, veo que te encuentras bien, recibe un caluroso abrazo. Me encanto el mar… Lydia.
Date: Tue, 19 May 2015 21:36:11 +0000 To: lydiasec@hotmail.com
Mar y sencillez, nada mejor para escapar de las prisas del mundo.