Por Andrea Arzaba
A todos los que hicieron posible esta aventura, sobre todo a mis nuevos amigos del sur.
Éramos seis universitarios los que llegamos a la pequeña comunidad: un poblado rodeado de montañas en diferentes tonos de verde, en donde las nubes están tan cerca que se pueden tocar. Todo parecía un sueño, incluso el hecho de que la gente no hablara español en nuestro propio país, sino su lengua nativa llamada tzotzil. Contrariamente de lo que pueden pensar, a mi esta situación me encantaba.
Tuve la oportunidad de participar en un viaje con la universidad a una de las comunidades indígenas que se encuentran Los Altos en Chiapas: Naranjatic Bajo. Sinceramente, creo que ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido en toda mi vida. Desde que llegamos al pequeño poblado, con nuestro poco tzotzil (contábamos con un diccionario de frases comúnmente usadas como los necesarios “Hola, ¿Cómo estas?”, “¿Te gusta..?” o “¿ Estudias?”. Algunos adultos del lugar hablaban español, por lo que muchas veces servían de traductores en pláticas con algunos lugareños.
El objetivo del viaje fue el descubrir otras formas de vida existentes en nuestro mismo México, y creo que es bastante fuerte el darnos cuenta de los inmensos contrastes que existen en nuestra nación, como los que voy a mencionar:
– En la comunidad, de aproximadamente 300 habitantes, no existe un sistema funcional de agua potable, es decir, existe la maquinaria pero no esta en funcionamiento. La gente tiene que ir por agua al río o al pozo más cercano, por lo mismo los niños de la comunidad tienen infecciones en el estómago, lo cual hace ver a sus vientres abultados.
– La educación en la comunidad llega hasta la primaria. No existe secundaria, más que en pueblos cercanos a los cuales se llega a una hora a pie. En la primaria se utilizan los libros de texto gratuitos en español, y los niños no hablan español del todo bien por lo que el material dado no es utilizado. Los maestros, por los apuntes que pudimos ver, tampoco hablan bien el español por lo que su enseñanza no esta correcta (muchas faltas de ortografía, verbos más conjugados, etc.)
– La basura es quemada ya que no existe ningún transporte que se la lleve. También hay mucha basura por todas partes, no hay una educación de reciclaje o recolección de la misma.
Además de los problemas ya mencionados, creo que la comunidad indígena a la que visitamos me ayudo a descubrir valores que hemos olvidado en la ciudad, como lo es el fuerte sentimiento de pertenecer a una comunidad. Aquí se incluye el compartir lo que se tiene, por muy poco que sea, con los demás. Esto me quedo muy claro al rifar una bolsita de canicas, en niño que se la ganó, abrió la bolsa y le dio una canica a cada uno de sus compañeros: la importancia de su lealtad hacia los demás.
La vida en las comunidades rurales indígenas no es fácil, a todas horas se tiene algo que hacer. Desde ir a cosechar el café, despulparlo y dejarlo que seque en largos mantos bajo el sol; caminar por las montañas para recolectar leña, cargarla en los hombros y llevarla de regreso a casa; hacer, pintar y coser los hilos de lana para formar diferentes textiles: desde blusas y enaguas hasta servilletas y huipiles; entre muchas otras. La duración de las actividades diarias en los habitantes de Naranjatic Bajo era desde las cinco o seis de la mañana hasta las nueve o diez de la noche. Se va al mismo paso que con la luz del sol.
Aprendí mucho a valorar lo que tengo en la ciudad, pero sobre todo, a valorar la riqueza de los pueblos indígenas en mi país, creo que debemos de voltear más seguido hacia ellos pues la mayoría de las veces en nuestra sociedad son ignorados. Si alguna vez tienes la oportunidad de visitarlos, hazlo pues en verdad no apreciamos cual es la importancia del gran patrimonio cultural con el que contamos.
Para mi, el regresar a la pequeña comunidad en Chiapas es una meta que me he puesto para el próximo diciembre. Aún extraño el delicioso café recién molido que tomábamos por las mañanas, el platicar con las mujeres sobre su valentía y la vida tan valerosa que han llevado o la hospitalidad tan característica de la gente del sur de México.
awww Andrea, taaaaantas cosas se pueden decir y fue tan, pero tan poco tiempo. Todo lo que aprendí en ese tiempo, espero se quede conmigo por mucho más. Ya quiero que sea Marzo o Diciembre para la siguiente, porque además a nadie nos cae mal un paseito en el algún bar de San Cristobal!!!! jaja
Love yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aoooondrea jaja
Me encanta poder ser parte de una de tus tantas e interesantes historias Andy…
Viva Naranjatik Bajo ❤